Tanto en los medios de comunicación (dentro de la máxima objetividad que puedan tener entre la diversidad de ideología de unos y otros) como en las redes sociales, se están transmitiendo en cada momento noticias sobre el virus. Éste ha monopolizado las noticias y ha paralizado, prácticamente, la vida de los países.
Ayer, día 18 de abril, se realizó una especie de festival internacional, como un motivo de puesta en común de todo el mundo, de solidarizarse con todas las personas que están sufriendo esta pandemia, que ha paralizado el planeta.
Es una iniciativa, en general, de ciudadanos de cualquier país y cualquier procedencia profesional, tanto políticos, personal sanitario, artistas del mundo de la música, del cine, de la literatura, del teatro, de cualquier arte escénica o no, la ciudadanía global se ha unido para sensibilizar y dar visibilidad a las personas que han fallecido y que están pasando unos momentos duros, y del mismo modo, para las personas que también se arriesgan al trabajar para mejorar la situación.
También en las calles de todas las ciudades y pueblos, a las 20 horas, se aplaude para agradecer la labor sanitaria que se está llevando a cabo. Además, en muchos lugares, algunas personas ponen canciones como «Resistiré«, del Dúo Dinámico, «I will survive» de Gloria Gaynor, u otras como «We are the champions» de Queen.
Por otro lado, hay ciudadanos que no empatizan y se enfadan con los vecinos que ponen la música alta durante esa hora de la tarde, tras el aplauso absoluto de las personas, niños y niñas, madres y padres, hijas e hijos, primas y primos, abuelas y abuelos… etc. Todo el mundo aplaude a las 20 horas cada día desde que empezó el estado de alerta y, por lo tanto, el confinamiento, para amenizar estos días tan extraños que se están viviendo, y poner un toque de humor y optimismo, también, por ejemplo, ante la soledad de muchas personas que viven solas y no tienen compañía en su hogar.
Realmente, como ya he comentado por aquí otros días, espero que a partir de ahora (cuando termine esta paralización insólita e inesperada de la vida), la sociedad cambie y sea consciente de lo que está ocurriendo, porque sino no habrá servido de nada todo este desconcierto vivido.
Pero me da, como decía alguna vez también, que aunque vivamos mil guerras, genocidios y desastres naturales del medio ambiente, la sociedad seguirá inmersa en su mundo, en una burbuja que continuará herméticamente cerrada, obnubilada en su mundo interior. Ojalá me equivoque y el mundo se transforme en algo más humano y cercano con las personas más vulnerables.
El viaje de Yeled 